Cuando se trabaja en la solución de un problema complejo, suele haber un momento, al principio del proceso, en que parece haberse encontrado la solución. Esa fugaz sensación de éxito puede generar lo que podríamos llamar esperanza u optimismo temprano. En efecto, un pequeño logro inicial (a menudo un simple atisbo a la solución real) puede ser el catalizador emocional que alienta a seguir adelante incluso cuando surgen desafíos adicionales. Algo así como el sentimiento de “casi gano” que experimentan los jugadores en el casino, en el que el optimismo temprano los motiva a seguir jugando. De la misma manera, un pequeño logro o incluso un “ya casi” motiva el esfuerzo y convierte una tarea aparentemente abrumadora en una meta alcanzable. Sin un optimismo temprano, en las etapas iniciales de un proceso, por lo general, las personas optan por abandonar el desafio.
La psicología del optimismo temprano
El optimismo temprano tiene sus raíces en nuestra respuesta natural
al progreso percibido. Cuando creemos que estamos cerca de una solución, se
libera dopamina (el neurotransmisor del cerebro que nos hace sentir bien). Esta
señal genera sentimientos de entusiasmo y satisfacción, lo que refuerza nuestra
motivación para seguir trabajando en el problema. Sin embargo, los procesos no
son lineares e inevitablemente, surgen obstáculos y la solución inicial mente percibida
puede resultar incompleta o incluso defectuosa.
En momentos de duda y frustración, el optimismo temprano desempeña juega
un rol crucial: nos da la fuerza emocional para perseverar. Considere este
ejemplo: imagine a una persona jugando en una máquina tragamonedas. Los
carretes giran y dos de los tres símbolos se alinean perfectamente, mientras
que la tercera falla por muy poco. Este resultado de "casi gano"
no es un premio en absoluto, pero desencadena una respuesta emocional intensa.
El jugador se siente motivado a intentarlo de nuevo, creyendo que está cerca
del éxito. De manera similar, en la resolución de problemas, una solución
inicial pero incompleta actúa como un "ya casi", impulsando un
mayor esfuerzo incluso ante los reveses.
El caso de ORION en UPS
Un ejemplo de optimismo temprano que transformó un desafío complejo
en un éxito es el caso de los ingenieros de UPS encargados de diseñar ORION (On-Road
Integrated Optimization and Navigation), un algoritmo para optimizar las
rutas de entrega de paquetes. Al principio del proceso, crearon un prototipo
que redujo los tiempos de entrega en un 20%. Entusiasmados por este prometedor
resultado, el equipo se dedicó a perfeccionar el sistema. Empero, pronto
descubrieron que el prototipo no tenía en cuenta las condiciones del tráfico en
tiempo real, lo que lo hacía ineficaz en la práctica. La frustración y las
dudas acerca del resultado final del proyecto afecto al equipo de ingenieros.
Sin embargo, el éxito inicial (la mejora del 20 %) permaneció como un
recordatorio de la recompensa potencial y fue suficiente para mantenerlos
motivados.
En los siguientes años, el equipo integró datos de tráfico en tiempo
real y condiciones meteorológicas en ORION. La versión final finalmente redujo
las rutas de entrega en millones de millas anuales, lo que le permitió a la
empresa ahorrar tiempo y costos de combustible significativos. Sin el optimismo
inicial que despertó su prototipo, probablemente el equipo habría abandonado el
proyecto prematuramente.
El peligro de perder el optimismo inicial
Si bien el optimismo inicial puede ser un motivador poderoso,
perderlo prematuramente puede llevar al desaliento. Esto es particularmente
evidente en los entornos empresariales, donde los empleados que enfrentan
problemas desafiantes a menudo necesitan una sensación temprana de logro para
mantenerse comprometidos. Por ejemplo, un equipo de marketing que tiene
dificultades para alcanzar sus objetivos pero que logra algunos pequeños
resultados en el camino puede incrementar su autoestima y confianza. Estos
resultados positivos al inicio del proceso, por modestos que sean, pueden
alentar al equipo a enfrentar desafíos mayores. En cambio, si lo único que
perciben son fracasos desde el principio, podrían asumir que los objetivos son
inalcanzables o están más allá de sus capacidades, lo que terminaría por derrotarlos.
Los buenos lideres aprovechan el fenómeno del optimismo temprano para obtener
mas de sus equipos: discuten con sus equipos procesos graduales con metas relativamente
fáciles de alcanzar al inicio del proceso, para reforzar la confianza y
perseverancia será fundamental mas adelante para trabajar en metas y logros
cada vez más complejos.
Tres formas de promover el optimismo temprano
Dada la importancia del optimismo temprano, ¿cómo pueden las
personas y las organizaciones fomentarla en sus actividades?
- Dividir las tareas en hitos más pequeños - Abordar un desafío enorme puede resultar abrumador. Al dividirlo en hitos más pequeños y manejables, crea oportunidades para el éxito temprano que generan impulso. Por ejemplo, un corredor de maratón se concentra en completar la primera milla en lugar de la carrera entera, luego en la segunda y así sucesivamente. Cada hito alcanzado refuerza la confianza y la determinación.
- Reconozca los triunfos iniciales - Reconocer y celebrar las pequeñas victorias, incluso si son incompletas, puede mantener la motivación. Reconocer el progreso le recuerda su capacidad para tener éxito. Por ejemplo, el equipo de un emprendimiento que desarrolla un nuevo producto celebra la finalización del primer prototipo, aunque esté lejos de estar listo para el mercado. Esta celebración alimenta el entusiasmo por la siguiente fase de desarrollo.
- Acepte el fracaso como parte del proceso - Los contratiempos son inevitables, pero replantearlos como oportunidades de crecimiento puede ayudar a mantener la esperanza. El optimismo temprano no garantiza un camino sin sobresaltos, pero proporciona la resiliencia emocional necesaria para afrontar los desafíos. Por ejemplo, un innovador cuyo primer prototipo de producto falla en las pruebas considera el fracaso como una valiosa retroalimentación, no un callejón sin salida. Así, estará dispuesto a repetir el ciclo para mejorar su diseño hasta lograr la versión ideal.
La moraleja
El poder del optimismo temprano reside en su capacidad de inspirar
perseverancia. Ya sea que estés resolviendo un problema complejo, creando algo
nuevo o aprendiendo una habilidad desafiante, una sensación temprana de
progreso puede marcar la diferencia. Al igual que la percepción del premio inminente
que motiva a un jugador a seguir jugando, el optimismo temprano nos obliga a
seguir esforzándonos, incluso cuando el camino a seguir parece incierto. La
próxima vez que te encuentres frente a un desafío abrumador, recuerda: un
destello inicial de éxito podría ser la clave para avanzar y culminar
exitosamente el proceso.
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