La distinción entre mentalidad fija y mentalidad de crecimiento tiene enormes implicaciones, a nivel de los individuos y las organizaciones; por ejemplo, la mentalidad de las personas determina cómo abordar las crecientes presiones del entorno. Uno de los aspectos más provocativos del trabajo de Dweck está relacionado con la forma como las personas perciben y enfrentan desafíos. Las personas con mentalidad fija evaden riesgos y desafíos por miedo al fracaso tratando de “proteger” su reputación personal y ocultando sus limitaciones deficiencias. Para las personas con mentalidad fija el riesgo y fracaso representa una amenaza a su reputacion personal. Por el contrarion, las personas con mentalidad de crecimiento, asumen riesgos y ven los fracasos como oportunidades de aprendizaje; activamente buscan los tipos de riesgo y desafíos que puede ayudarles a aprender y desarrollar nuevas habilidades y recursos. Acá están tres aspectos basados en la mentalidad de las personas que marcan diferencia en la práctica de negocios:
Entorno de los Negocios
Una mentalidad fija percibe el entorno como un sistema estático con recursos fijos y limitados. Desde esta perspectiva, el sistema dispone de un conjunto finito de personas inteligentes y recursos críticos disponibles para generar valor. Por tanto, el problema es cómo identificar y atraer los mejores recursos del entorno para consolidar una clara ventaja competitiva en el mercado. Por otro lado, una mentalidad de crecimiento percibe el entorno como un sistema dinámico en el que se generan, se agregan capacidades y recursos permanentemente. Consecuentemente, el sistema se beneficia de las interacciones internas ya que mas participantes y capacidades diversas están conectadas y accesibles. En este caso el problema es como aprovechar los recursos disponibles, desarrollar y explotar las interconexiones del sistema para crecer y mejorar las organizaciones.
Gestión del talento.
Una mentalidad fija se concentra casi exclusivamente en atraer y retener talento bajo el supuesto de que las habilidades y capacidades de las personas están definidas y delimitadas. Esta mentalidad valora el conocimiento y la experiencia y desestima, al menos pasa por alto, el desarrollo y el potencial de aprendizaje, lo cual representa una limitación o incluso una traba para mejorar la productividad. Una mentalidad de crecimiento entiende que las capacidades individuales y organizacionales se pueden cultivar y desarrollar para mejorar el rendimiento e incluso expandirse en nuevas direcciones. Esta mentalidad se enfoca más en el desarrollo de los recursos disponibles, creando entornos de trabajo y prácticas que permiten a los empleados, independientemente de su clasificación laboral, desarrollar nuevas habilidades y aprender trabajando con otros, mediante la resolución de problemas y la experimentación.
Desarrollo de relaciones
Una mentalidad fija fomenta una visión de suma cero del mundo en el que “yo gano, tu pierdes”. En la lógica de este modelo mental, el problema del sistema es siempre la asignación y distribución de un conjunto fijo y finito de valor, lo que genera conflicto y desconfianza, las relaciones se basan en el poder relativo de las partes, por esto tienden a ser transaccionales, y al final, solo buscan proteger el valor y los intereses de las partes involucradas. Por otro lado, una mentalidad de crecimiento fomenta una visión más amplia de las posibilidades: “si trabajamos juntos, podemos crear más valor que si trabajáramos individualmente.” La mentalidad de crecimiento no ignora las limitaciones en el sistema en torno a la asignación de recursos, pero prioriza las relaciones y la cooperación como mecanismo de supervivencia y desarrollo de todos los participantes a través de procesos que crean valor y promueven confianza y colaboración mutua.
En un entorno como en el que vivimos, el futuro pertenece a quienes
pueden adoptar una mentalidad de crecimiento. Las personas con una mentalidad
fija probablemente se sentirán cada vez más estresadas y abrumadas por las
crecientes presiones sobre el desempeño y la incertidumbre sostenida. Peor aún,
cuanto más se evite aprender por miedo a fracasar, tanto personas como
organizaciones, paradójicamente están destinadas al fracaso.
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