En su charla TEDx “Speed up Innovation
with Design Thinking” (“Acelerando la innovación a través del pensamiento
de diseño”), el experto en innovación y pensamiento de diseño Guido Stompff
explica por qué los enfoques tradicionales de planificación frenan los procesos
de innovación y cómo el pensamiento de diseño ofrece una salida a este dilema.
Sus ideas son particularmente relevantes para los emprendedores que navegan en
la incertidumbre, con recursos limitados y bajo la presión constante de
“probar” sus ideas sin perder la creatividad que da potencial a su idea de
emprendimiento.
Esta tensión, descrita por Stompff como el “Catch-22”
(encrucijada de la innovación), es muy común en las etapas tempranas, cuando
los emprendedores buscan asegurar recursos o apoyo institucional. Los
inversores y socios potenciales suelen exigir respuestas precisas sobre costos,
plazos y retornos proyectados. Sin embargo, si un proyecto es verdaderamente
innovador, esas respuestas son fundamentalmente desconocidas al inicio. Los
fundadores a menudo se ven obligados a proyectar ingresos antes de lograr la
adecuación producto-mercado (product-market fit) o a definir una
solución final antes de entender realmente al cliente. Por una parte, en el
proceso de sustentar con información objetiva el potencial de la idea, el
emprendimiento pierde impulso; pero, por otra parte, si los emprendedores
proceden sin este respaldo objetivo, se los considera irresponsables.
El pensamiento de diseño (design
thinking) ofrece una alternativa práctica y viable a este dilema al
replantear la innovación no como un ejercicio predictivo, sino como un
proceso disciplinado de aprendizaje a través de cinco reglas fundamentales:
1. Comienza ahora: no esperes a tener
planes perfectos
La primera regla es empezar antes de tener
respuestas perfectas. La práctica empresarial tradicional sugiere que el
análisis cuidadoso debe preceder a la ejecución. Por el contrario, los
diseñadores priorizan la acción como un medio para generar los datos que les
faltan. Considera, por ejemplo, lo que pasó en los inicios de Airbnb. Sus
fundadores no empezaron con un estudio global del mercado de la industria
hotelera y de hospedaje, sino que lanzaron un experimento pequeño e imperfecto
alquilando colchones inflables en su propio apartamento. Esta acción
proporcionó evidencia empírica inmediata sobre algunos aspectos esenciales de
la idea, tales como el comportamiento del consumidor, la entrega del servicio y
el proceso de pago, con una confiabilidad que ninguna hoja de cálculo podría
haber simulado. Esta regla enfatiza que la acción genera conocimiento de forma
más eficiente que el análisis abstracto.
2. Forma equipo: innova con otros
La segunda regla enfatiza que la innovación
es un acto colaborativo de equipo más que el talento de un genio solitario. La
investigación de Stompff sostiene que las ideas disruptivas surgen a través de
la interacción entre diversas perspectivas. Esto es evidente en la filosofía
estructural de empresas como Spotify, que utiliza equipos multidisciplinarios
para asegurar que las perspectivas de ingeniería, diseño y marketing se
integren constantemente. Según esta regla, los emprendedores deben resistir el
mito del “fundador solitario” y reconocer que la innovación prospera mejor en
equipos de trabajo dispuestos a construir soluciones sobre la base de la
contrastación y discusión abierta de ideas en torno a una visión compartida.
3. Piensa en opciones, no en soluciones
fijas
La tercera regla sugiere pensar en opciones
en lugar de soluciones únicas. Uno de los errores estratégicos más comunes de
los emprendimientos es la convergencia prematura: enamorarse de una
característica específica del producto o de un modelo de negocio antes de
haberlo probado en la práctica. El pensamiento de diseño fomenta la exploración
simultánea de múltiples caminos para resolver el mismo problema. Antes de que
Netflix se convirtiera en un gigante del servicio de entretenimiento en línea,
navegó por varios modelos, incluyendo la venta y el alquiler de DVDs. Al
mantener varias opciones de solución para un mismo problema, el emprendimiento
reduce el riesgo sistémico; si una hipótesis falla, el emprendedor no se ve
obligado a volver a cero, sino que puede cambiar de dirección hacia un camino
paralelo que ya está en desarrollo.
4. Crea, destruye y juega: aprende
haciendo
La cuarta regla es aprender construyendo
y destruyendo. En lugar de teorizar sobre cómo podría funcionar un
producto, los diseñadores construyen artefactos tangibles —prototipos, bocetos
o maquetas— específicamente para ver dónde fallan. Estos recursos no pretenden
ser versiones “finales”, sino herramientas de investigación. Dropbox utilizó un
simple video explicativo para validar la demanda antes de construir su compleja
infraestructura técnica. Un prototipo básico suele ser más valioso que uno
“perfecto” porque invita a la crítica constructiva en lugar de un juicio
pasivo, permitiendo al emprendimiento comprobar supuestos antes de introducir
productos o servicios en el mercado.
5. Visualiza: muestra lo que podría ser
La quinta regla se centra en el uso de la
visualización para alinear y dirigir la idea del emprendimiento. Los conceptos
abstractos son propensos a malentendidos, lo que suele provocar desperdicios e
ineficiencias. La visualización, ya sea a través de mapas de experiencia del
cliente (journey maps), diagramas o bocetos (wireframes),
proporciona un lenguaje compartido para los equipos y las partes interesadas.
Startups como Uber utilizaron representaciones visuales sencillas para explicar
su propuesta de valor mucho antes de que su tecnología de inteligencia
artificial estuviera disponible. Al hacer visible lo invisible, los fundadores
pueden asegurar que cada miembro del equipo y cada inversor estén alineados
bajo la misma visión de futuro.
En conjunto, estas cinco reglas constituyen
un sistema para navegar el entorno incierto de los emprendimientos. Al
priorizar la acción más que el análisis, colaboración en equipo más que el
trabajo aislado, enfatizar alternativas más que soluciones únicas, prototipos
básicos más que productos perfectos, y visualizar ideas más que la abstracción
de conceptos, los emprendedores pueden transformar la incertidumbre de una amenaza
en un recurso. La presión por adoptar un comportamiento “profesional” de
acuerdo con las prácticas de la burocracia corporativa es una trampa. La
verdadera excelencia profesional en el mundo de los emprendimientos reside en
la disciplina de diseñar el camino hacia el futuro, en lugar de fingir que se
puede predecirlo.
Como dice Guido Stompff: “Los
innovadores más rápidos no son los mejores planificadores, sino los que mejor
aprenden”.
