Problemas tales como la conservación del medio ambiente, el desempleo,
la inmigración, etc. exigen ser abordados desde una perspectiva global, sistémica.
Desde esta perspectiva, se han desarrollado muchas iniciativas de colaboración
internacional para la solución de este tipo de problemas; sin embargo, muchas
de ellas fracasan porque carecen de lo que los expertos denominan
"liderazgo de sistemas" o también "liderazgo colectivo"
Los "líderes de sistemas" son aquellos que desarrollan una visión
de conjunto más que de partes componentes, promueven la cooperación mediante el
desarrollo de relaciones basadas en la mutua confianza, están más enfocados en
la acción que en el planeamiento meticuloso, conciben las diferencias como una
fuerza positiva para analizar y solucionar problemas, admiten su ignorancia,
preguntan constantemente y están dispuestos para aprender de los demás.
Gracias a estas características de liderazgo, las situaciones que
tradicionalmente sufrían de polarización e inercia se vuelven más abiertas, lo
que antes se consideraba como problemas insolubles, se perciben ahora como
oportunidades para la innovación y, lo que es más importante, la solución de problemas
a corto plazo busca generar valor a largo plazo. Desde esta perspectiva, los
problemas se contextualizan y se buscan soluciones de conjunto; es decir,
"sistémicas." Peter Senge, Hal Hamilton y John Kania, de la
Universidad de Stanford, sugieren tres capacidades básicas para desarrollar
"liderazgo de sistemas".
1. Visualizar el sistema mayor
La primera es la capacidad de ver el sistema más grande, el sistema
mayor. En cualquier situación problemática, las personas suelen centrar su
atención en las partes del sistema que son más visibles desde su propio punto
de vista. Esto generalmente resulta en discusiones sobre quién tiene la
perspectiva correcta sobre el problema.
Visualizar el sistema mayor -más grande- es esencial para construir una
comprensión compartida de los problemas complejos. Esta visión sistémica de los
problemas permite identificar aspectos que pueden ser no evidentes para alguna
de las partes involucradas en el problema y desarrollar soluciones
colaborativas con visión de "conjunto" teniendo en mente el impacto
en todo el sistema, en lugar de buscar soluciones sintomáticas en piezas o
aspectos individuales.
2. Fomentar la reflexión y la comunicación
La segunda capacidad implica fomentar la reflexión, la comunicación
abierta y por ende discusiones más productivas. Reflexionar significa pensar en
nuestras propias ideas, levantar el velo que nos impide ver las cosas más
objetivamente y superar los prejuicios y las suposiciones que damos por sentado
en cualquier conversación.
Una reflexión profunda de los problemas junto con una comunicación
abierta ayuda a las personas a ser más tolerantes con otros, valorar puntos de
vista diferentes y apreciar emocional y cognitivamente las percepciones
individuales. Esto es absolutamente esencial si se busca generar un ambiente de
confianza propicio para promover la creatividad colectiva.
3. Construir una visión positiva para el futuro
La tercera capacidad se refiere a la necesidad de crear una visión de
futuro y trabajar en ella (enfoque proactivo), en lugar del enfoque tradicional
de buscar soluciones a los problemas que se detectan (enfoque reactivo). Este
cambio de enfoque implica condiciones indeseables, pero es función del líder de
sistemas, ayudar a las personas a enfocarse en la construcción de un futuro
deseable en lugar de simplemente reaccionar a los problemas coyunturales.
Este cambio de enfoque suele suceder gradualmente, a medida que los
líderes ayudan a las personas a articular las aspiraciones más profundas,
construir confianza y adquirir identidad como equipo basada en logros
tangibles. Los expertos advierten que
este cambio no implica simplemente en crear visiones de futuro inspiradoras,
sino desarrollar los recursos y capacidades del equipo para enfrentar las
limitaciones y las verdades
incomodas sobre la realidad presente que
son inevitables en el camino al éxito.