La vida, al igual que nuestro cotidiano viaje al trabajo, no siempre es un viaje tranquilo e ininterrumpido. A menudo nos encontramos con retrasos, desvíos y paradas inesperadas que pueden hacernos perder el rumbo. Ya sea un embotellamiento en el tráfico que interrumpe nuestro viaje, cambios repentinos en una agenda previamente acordada o un percance inesperado que interrumpe nuestro trabajo, son inevitables. Cuando esto ocurre, la reacción habitual es frustración, sensación de impotencia o incluso ira. A menudo nos centramos en las consecuencias negativas y dejamos que estos acontecimientos afecten nuestro estado de ánimo y nuestra productividad. Pero, ¿que pasaría si pudiéramos cambiar nuestra perspectiva? ¿Y si, en lugar de ver estos momentos como tiempo perdido, los viéramos como oportunidades para la creación de valor? El poder de una mentalidad de creación de valor puede transformar experiencias aparentemente negativas en oportunidades de crecimiento, productividad e incluso satisfacción.
¿Por qué nos frustramos?: nuestra
inclinación natural cuando nos enfrentamos a interrupciones o problemas es
centrarnos en lo negativo. Esto tiene su origen en el sesgo de que tiene
nuestro cerebro cuando enfrentamos la realidad, esto se manifiesta en la
tendencia a registrar y detenerse en las experiencias negativas con más
facilidad que en las positivas. Cuando quedamos atascados en el tráfico, por
ejemplo, nuestra mente inmediatamente piensa en las posibles consecuencias:
perder un contrato, llegar tarde a una entrevista, retrasar el trabajo
pendiente, etc. Esto a su vez, desencadena una respuesta de estrés, en el que
se liberan hormonas como el cortisol que aumentan nuestra ansiedad y perjudican
nuestra capacidad de pensar con claridad y creatividad. Al final, quedamos
atrapados en un ciclo de pensamientos negativos, lo que dificulta ver cualquier
potencial de valor en la situación.
A menudo percibimos los percances o interferencias como algo esencialmente
negativo. Se nos enseña a valorar la eficiencia y la productividad, y a
considerar cualquier desviación en nuestra rutina o cualquier momento
improductivo como una pérdida. Esta mentalidad refuerza nuestra resistencia a
aceptar retrasos o contratiempos inesperados. Luchamos contra la situación,
aferrándonos a la idea de lo que "debería" estar sucediendo,
en lugar de adaptarnos a la realidad de lo que es.
Hacia una mentalidad de creación de valor: la clave para transformar el desperdicio en valor radica en
cultivar un cambio de mentalidad. En lugar de ver los contratiempos como
obstáculos, podemos aprender a verlos como desvíos que ofrecen rutas
alternativas hacia nuestro destino. Esto requiere un esfuerzo consciente para
alejarnos de la negatividad y adoptar un enfoque más proactivo y lleno de
recursos. Acá están tres principios básicos de una mentalidad creadora de
valor:
- Aceptación: el primer paso es aceptar la
realidad de la situación. Resistir o negar lo que está sucediendo solo prolonga
la experiencia negativa y nos impide avanzar. La aceptación no significa
resignación; simplemente reconoce las circunstancias actuales sin juzgar. En el
ejemplo del embotellamiento del tráfico, reconocer que el tráfico está estancado
y probablemente pierdas un contrato o una cita.
- Actitud positiva: una vez que aceptamos
la situación, podemos elegir cómo reaccionar. En lugar de centrarnos en las
consecuencias negativas, podemos buscar oportunidades potenciales o aspectos
positivos. Tal vez este retraso inesperado te permita ponerte al día con los correos
electrónicos, pensar en nuevas ideas o simplemente tomarte un momento para
relajarte y desestresarte. Replantear un inesperado retraso en el tráfico puede
implicar pensar: "Esta es una buena oportunidad para llamar a mi amigo con
el que no he hablado en un tiempo" o "Puedo usar este tiempo para
resumir la presentación que tengo por delante".
- Acción proactiva: una mentalidad que
crea valor no es pasiva. Implica buscar activamente formas de aprovechar al
máximo la situación, por pequeña que sea. Esto implica utilizar el tiempo de
inactividad inesperado para aprender algo nuevo, conectarse con alguien o
trabajar en un proyecto personal. En un inesperado retraso en tráfico, por
ejemplo, podríamos usar el teléfono para leer un artículo, escuchar un podcast
o incluso practicar algún ejercicio de respiración para relajarse.
- Concéntrarse en lo controlable: en
muchas situaciones de "desperdicio", sentimos una falta de control.
No podemos controlar el tránsito en la ciudad o el cambio inesperado de planes.
Sin embargo, siempre podemos controlar nuestra respuesta. Podemos elegir cómo
reaccionamos, en qué nos centramos y qué acciones tomamos. Cambiar nuestro
enfoque hacia lo que podemos controlar nos fortalece y nos permite crear valor
incluso en circunstancias desafiantes.
Conclusión: En nuestro cotidiano vivir
inevitablemente nos topamos con curvas inesperadas, retrasos, incluso desafíos
imprevistos. Pero no son estos acontecimientos los que determinan nuestra
experiencia, sino la forma en que elegimos responder a ellos. Si cultivamos una
mentalidad que cree valor, incluso en situaciones de “desperdicio”, podemos
transformar esos momentos en oportunidades de crecimiento, aprendizaje e
incluso bienestar emocional. Esto es, estar dispuesto a transformar
experiencias aparentemente negativas en algo positivo y valioso. No se trata de
negar la realidad de las situaciones difíciles, sino de elegir cómo las
interpretar la situación, actuar y buscar de manera proactiva formas de
aprovechar al máximo cada momento, incluso en los inesperados. La próxima vez
que te encuentres atrapado en medio del tráfico, quizá es buena idea
preguntarse: "¿Cómo puedo crear valor en este momento?". La respuesta
podría sorprenderte.